La obra de Julio Gil es de un expresionismo desgarrador, a caballo entre el cubismo curvilíneo y el action painting. Está dotado de un lenguaje que va más allá de la forma y alude a lo psicológico de la pintura. Retrata una sociedad decadente, asfixiada por su propia descomposición. Las formas reaccionan entre sí con desprecio, sospechando unas de otras, intentando imponerse sobre la anterior y constituyendo al fin un siniestro maremágnum de cuerpos que se rechazan y se necesitan al mismo tiempo. Julio provoca la disolución de formas humanoides en continua interacción, mezclándose y distorsionándose entre los colores saturados de la luz artificial luz nocturna. Miradas penetrantes, perturbadoras y envolventes atrapan al espectador entre las masas orgánicas. El espacio entre las figuras constituye un punto de tensión. Todos te miran. Todos quieren algo. Todos te piden, te suplican, te exigen tu alma y tú huyes con cada mirada más allá de sus ojeras y no encuentras nada más que el espacio entre dos cabezas. ¡Que viva lo siniestro, el negro y la pasión! El placer de arrastrar la pintura, acuchillarla, taparla y rasparla como símbolo de rebelión, como guerra donde la obsesión que en su vientre trae el análisis de la victoria. Guerra ganada para perdidos, preciosa contradicción. Estética macabra directa del corazón.
Género: exposición, artes plásticas.
Público: todos los públicos.
ENTRADA LIBRE.
Género: exposición, artes plásticas.
Público: todos los públicos.
ENTRADA LIBRE.
